Recuerdo pasear por una calle estrecha,
donde los arboles andaban sin ramas.
La oscuridad era dueña del ambiente
y las sombras se dejaban ver
en el reflejo de las farolas.
Solo subía cuesta arriba,
me adentraba en tu alma,
congelaba tus huesos
y tu corazón paraba de latir.
La lluvia que cae después de las lágrimas
que hablan anunciando el fin.
Arroparte al verte estirada,
besarte, acostarme a tu lado
y abrazarte, pero ahora nada,
ya no tengo nada de ti, me estoy helando,
convertido en un muro me arranco el corazón
y con la boca llena de sangre chillo al aire
mis versos de dolor y soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario