Más allá del tiempo
me asombra el cielo,
disculpo a la lluvia
el mal estar que he creado.
Si mi voz muriera en tierra
más allá os diría,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la nibera.
Mi sangre austera
quema las vagas lindes
del lincho, del dicho
queda mucho por soñar.
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más cerca de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas.
Como el tiempo acabo con todo,
con lo fugaz, con la flor que
se marchita por el paso
de su era, y sin embargo pienso
que la poesía es un arma cargada
de furía.
Pero tambien un arma de doble filo
cargada de buenos sueños de un porvenir
y del buen sueño soñado.
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