lunes, 11 de abril de 2011

XIX





Vuelve a mi el dolor
que alimentaba lluvias,
tormentas que levantabas con la mano.

Ahora ando sobre rastrojos 
de corazones rotos
y desalentadas amapolas.

Tanto dolor se ausenta y desaparece
cuándo tu estas y ahora todo me da
vueltas como si se tratase de un carrusel.

Y se consumen los días como horas
y las horas como vidas.
Y es que ya hemos quemado el cielo
y es que ya no merecemos vivir.

Las promesas quedaron levitando
los sueños desaparecieron 
y nosotros fuimos detrás de ellos
perdidos en esta tormenta que no nos deja vivir.

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